¿Síndrome posvacacional o ilusiones renovadas?

2 de septiembre y otra vez la misma sensación de día de la marmota, otra vez escuchando en los medios cómo afecta el síndrome posvacacional a los profesionales a la hora de incorporarse a la vida activa después de un período de ocio, otra vez las conversaciones “depresivas” con personas que nos comentan con resignación cómo llevan la reincorporación, otra vez la sociedad activa el “modo lamento”, aunque con menos intensidad que en tiempos pasados, ya que hoy día todos/as cobramos conciencia del valor que tiene encontrarse activo a nivel profesional.

Definitivamente son fechas que pueden resultar complicadas dependiendo de cómo abordemos el momento y está íntimamente ligado, por un lado, a nuestra capacidad para adaptarnos a diferentes situaciones, así como nuestra expectativa y satisfacción personal / profesional.

En ocasiones, se achaca la disminución de rendimiento a esta situación de depresión posvacacional. Parece que a veces nos olvidamos de que todos los profesionales, al igual que los deportistas, necesitamos nuestro período de rodaje tras una fase de parón. En este sentido, los que nos hemos tomado unas largas vacaciones, tenemos que hacer nuestra propia pretemporada, siendo conscientes de que el calendario, en ocasiones, es exigente (que se lo digan al FC Barcelona tras el 4-0 en San Mamés en la SupercopaJ).

Desde luego, en el momento de la reincorporación, la resignación es un mal compañero de viaje; por ello, una actitud positiva es necesaria para enfrentarse a la rutina diaria desde un enfoque optimista. Plantearse objetivos personales, dedicar tiempo al ocio e iniciar la actividad profesional de forma paulatina son elementos clave que nos ayudan a vivir estas fases de una forma constructiva.

No obstante, no siempre es posible; en ocasiones, las organizaciones fagocitan nuestra búsqueda del bienestar, lo que se convierte en un generador de frustración que limita nuestra capacidad de adaptación al entorno, y por ende, nuestra felicidad, haciendo aparecer ese sentimiento de indefensión ante el reinicio de la actividad laboral. En este tipo de organizaciones, nuestros retos e ilusiones pueden quedar en un segundo plano y gota a gota colmar el vaso de la desesperanza y reforzar ese sentimiento de malestar ante la vuelta al trabajo.

Por ello, hay una parte importante que depende de nosotros mismos para enfrentarnos a este mes señalado del calendario, pero desde luego, existe una gran responsabilidad de las organizaciones para hacer que dicho retorno sea lo más amable posible y la adaptación a la nueva situación sea favorable, facilitando de este modo el desarrollo integral de la persona y logrando alcanzar altos niveles de autorrealización personal e implicación con la organización.

El estilo de liderazgo presente en la organización de corte integrador, la sensación de pertenencia al equipo y el proyecto compartido son elementos críticos para el compromiso y resultan claros indicadores de una organización sana, que permita el crecimiento de las personas y su bienestar, reduciendo de este modo la aparición del famoso síndrome posvacacional.

Como decíamos, ilusiones renovadas, retos y aspiraciones, nuevos planteamientos y objetivos personales / profesionales para afrontar de forma progresiva a lo largo de la temporada, todo ello en un entorno saludable tanto organizativo como social, ayudará a fortalecer nuestra autoestima y cambiar el chip del “modo lamento” al “modo ilusión”.

La foto del post pertenece a michaelelliottnyc.

 

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